Me
pongo junto al retrovisor, y comienzo un viaje atrás, no con la idea de
devolver el tiempo, sino con el objetivo de aprender de las experiencias y
retomar el camino de la felicidad, que hace ya algunos años se había perdido y
desviado de la ruta trazada.
Hoy de verdad, me siento feliz, lleno de
motivos para sonreír, pudiendo mirar atrás y solo ver la mano de un Dios
poderoso, amoroso y misericordioso que nunca me soltó de la mano, que se bajó a
rescatarme del abismo más profundo y que siempre se la jugo por mí.
Puedo también ver una familia maravillosa que me ama inmensamente y una oración constante que Dios
siempre escuchó con Amor.
Son muchos aprendizajes y muchas
experiencias, que con seguridad van formando lo que Dios quiere de mí. Siento
que la lucha ha terminado, que esta batalla se ganó, y aunque sé que abran
muchas más, también sé que son muchos más los sueños, proyectos y esperanzas que
quedan por delante en una vida de agradecimiento total a Dios.
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